Es posiblemente uno de los caballitos de batalla más baratos y fáciles de cualquier época electoral y por ello es utilizado por políticos de todos los sectores, no importa que sea un conservador, poco dotado intelectualmente y más encima seguidor ferviente del dicatador muerto, o uno del supuesto otro lado de la calle, representado por algún congresista oficialista tampoco muy brillante y quizás acostumbrado a los 18 años en el poder. Nos referimos al errónaeamente llamado "impuesto al libro".
Lo primero que hay que señalar es que no existe tal cosa como "el impuesto al libro" o al menos es inequívoco o tendencioso denominarlo así, y creo que si se va a discutir sobre algo, lo mínimo es sentar una base clara y sin nebulosas respecto de los conceptos que se someten a escrutinio. En este caso, lo que llaman impuesto al libro, no es sino el impuesto al valor agregado o IVA, tributo que grava sin distinciones al consumo de bienes, o sea, no podemos decir que es un impuesto a los libros porque afecta a todos los bienes sin distinción, y por ende es muy lejano en tipo y motivación que impuestos verdaderamente específicos como el que afecta a los combustibles o al tabaco. Es por eso que me llama mucho la atención cuando dicen: "Digamos las cosas como son con este impuesto al libro", sería mejor que partieran ellos dejando de llamarlo así. Seguir llamándolo impuesto al libro, a mi juicio no constituye más que una maniobra clásicamente política y populista, es un nombre atractivo para vender una idea, o sea, es publicidad barata y mentirosa, que finalmente termina siendo utilizada como una excusa para quienes no leen, y por ende, siendo contraproducente para quienes de verdad creen que la falta de cultura es un problema en Chile.
Aclarado ese aspecto conceptual, es pertinente ir a la cuestión argumentativa. Quienes, cada cierto tiempo se acuerdan del IVA que afecta a los libros y sus supuestas ganas de eliminarlo, arguyen que el impuesto en cuestión es la gran causa del bajo promedio de lectura del chileno, y que, por tanto, este gravamen es casi un atentado estatal contra la cultura. Suena bien ¿no?, suena increíble, poderoso y hasta da aires revolucionarios, o al menos progresistas, al politico que lo pregone, pero a no engañarse, suena bien para campaña electoral (época en donde como sabemos se vende la pomada, ¿alguien de verdad cree todas esas mentiras?) pero no es más que una verdad parcelada y enormemente adornada.
¿Por qué es una verdad parcial?, simplemente porque no se puede negar que a mayor valor de un bien, menos consumo, teniendo en mente al libro como ejemplo, y recordando su elasticidad en la demanda (para que se acuerden, los bienes de demanda inelástica como el pan, son los típicos de primera necesidad, en donde si sube el precio se consumiran en igual medida, y en los de demanda elástica sucede lo contrario). Pero es una parcialidad prácticamente irrelevante a la luz del argumento de la baja lectura, porque a mi juicio el IVA en el libro es sólo una causa marginal de la incultura respecto al libro. En efecto, el IVA en Chile es un 19%, por ejemplo, un libro que actualmente vale $10000, sin el tan polémico IVA valdría $8100, como ven no es un una gran diferencia, pero imaginense a una persona que esté en la parte baja del promedio de lectura, ahí mi punto es aun más exitoso, ¿creen que esa persona comprará el libro a $8.100 porque ya no tiene IVA? ¡Absolutamente no! Punto para mi.
Lo anterior nos lleva a analizar justamente a esas personas que no leen, y sus verdaderas razones, y ya teniendo claro que el IVA no es una de ellas. A mi juicio la razon de la poca lectura parte como el gran número de los problemas de Chile, es la mala educación recibida, la que se transforma en la adultez en un bajo interés por aprender y leer. El tomar un libro es una conducta adquirida, y lamentablemente en Chile estamos carente de ella, Hay bibliotecas públicas en casi toda comuna de Chile (yo soy oriundo de La Calera, y doy fe que allá hay una, pero resulta que nadie es socio, mi polola si lo es, por eso sé de lo que hablo) de una vez por todas debemos dejar de escuchar el falso discurso del impuesto, eso sólo nos hace perder el tiempo frente al problema, es una cortina de humo que sirve a su propósito cuando a alguien se le ocurre usarla, pero dicho propósito no es otro que ganar votos o ganar tribuna, y no mejorar el problema del bajo interés por tomar y leer un libro.
No nos engañemos más, veamos el problema como es y no como quieren que lo veamos, que es como lo muestran en las noticias o en los diarios de circulación masiva, hay algo más allá, hay que leer entre líneas, pero para hacerlo se necesita estar con la cabeza atenta.